Entrañable

DÍGASE lo que se diga, no hay como un buen adjetivo para convertir un sustantivo en algo más que una palabra, que no sé si ahora se llamará lexema, morfema o deformema. No sigo las volteretas que, como en los planes quinquenales soviéticos, infligen periódicamente al español ciertos gramatiquillos lenguastrosos; y desde que el miniblecua que dirige o así, la RAE defiende la segregación de los hispanohablantes en Cataluña, me he prohibido acercarme al diccionario de esa Casacosa, el DRAE. Ya sé que hay dentro gente sabia, pero a un ejército lo mide el genio del capitán, no el valor de la sufrida tropa derrotada. Mientras los progres catalanes no dejen la RAE y los Premios Goya, no cataré el DRAE ni iré al cine español. Con John Ford y María Moliner, entre otros cineastas y lexicógrafos, me apaño.

Por otra parte, la lengua funciona tumultuosamente sola y produce maravillas anónimas, como el Romancero, o joyas al paso, como el adjetivo que aparecía ayer en el reportaje de Ana Romero sobre Corinna, suerte de princesa por contigüidad que definía su relación con el Rey como «entrañable amistad». Lo de «amistad» es un decir, pero «entrañable» sugiere algo más que amistad, casi lo sustantivo es el adjetivo. Cabría decir que delata lo que el sustantivo oculta; o que tapa lo que asoma. A cualquier cosa le llaman amistad, pero a pocas cosas puede llamárseles entrañables.

Pero, ¿cómo no llamar entrañable a España, que nuestra entraña es? ¿Y no padece nuestra entrañable nación una corrupción que se ha extendido y entrañado en todos los ámbitos de la vida pública? Pues ¿y los partidos políticos? ¿No son entrañables? Tanto, que a todos los pagamos todos, hasta a los que nos asquean, roban, rompen el Estado, niegan nuestra nación y justifican matar españoles. No, no me olvido del entrañable Urdangarin, su entrañable esposa y entrañables socios, la entrañable Fiscalía defensora y el entrañable juez, que pide públicamente ayuda a una imputada para imputar a la inimputable. También son entrañables. Y como cima de la entrañabilidad, Corinna Zu. ¿No es entrañable que haya olvidado que su empresa Apollonia Associated se disolvió cuando se pegó el trompazo en Botsuana su entrañable amigo? Pero yo, ante la discreta lealtad de Corinna Zu, me siento discretamente conmovido, lealmente emocionado, entrañablemente lelo.